...i que visqui molts anys. I que el futur rei Felipe VI -casat amb una reina que no va arribar verge al matrimoni- també en visqui molts. I que el succeeixi la reina Leonor I. I que entre la monarquia càlida i “campechana” de Juan Carlos I, la més freda/techno de Felipe VI (amb la Leti de motor a l’ombra) i la monarquia femenina de Leonor I, vagi prenent forma una mena de Commonwealth ibèrica, amb Gibraltar, ja posats a jugar a l’embolica-que-fa-fort o a somiar un conte de reis, prínceps i princeses...
Per a això caldria que els nacionalismes ibèrics (el català a l’avantguarda, el basc com sempre a la seva bola, tirant a autista però també amb moments de lucidesa pragmàtica, el galleg més tàctic i tímid, el gibraltareny a l’anglo-andalusa...) facin seva (nostra...) la corona i si molt m’apures la bandera. Canviant-ne el significat, òbviament. Però nostres, de tots i totes. Sense trampa ni cartró. Perquè si algú es pensa que és possible canviar pacíficament la Constitució i reconèixer el dret d’autodeterminació dels pobles d’Espanya, va llest. Mentre juguem a nines cremant fotos del rei i cridant “visques” a la república, equivoquem el tret i l’estratègia. Aquest camí pot ser molt excitant, però no porta enlloc.
Només sota una monarquia espanyola es pot canviar l’Espanya genital. En l’actitud corrosiva i distant d’una part de la dreta més salvatge hi ha la pista: ni aquest rei ni aquesta monarquia no els acaben de fer el pes. No se’n refien del "juancarlismo". Intueixen alguna cosa: que no és impossible que Catalunya pugui ser una mena de república federal sota el paraigua d’una corona espanyola, per exemple. No estic parlant de creure’ns que és possible prendre el pèl a la caverna hispànica o al jacobinisme (centralista sí, en diversos graus, però no cavernari), a l’estil d’aquella mítica instrucció secreta que indicava: “...a cuyo fin dará las providencias mas templadas, y disimuladas para que se consiga el efecto sin que se note el cuidado...”. No. Res d'això.
Només seria possible si fos una estratègia autèntica, creïble. De veritat: pragmatisme monàrquic, hispanisme pragmàtic. No cal pas una professó de fe, sinó un pacte que pugui esdevenir vacuna contra un espanyolisme genital que està ocupant (encara que ens en fotem) el centre de la vida política espanyola i domina la iniciativa i obliga a actuar en funció d’aquest domini. Podem riure molt, podem emprenyar-nos, podem ignorar-los, però estan avançant posicions i forçant les actituds més obertes... Ja ho anirem veient fins al mes de març: raccions dobles i triples de bandera, himne i suspirosdeespaña... Si no anem amb compte, ens acabarem topant de morros amb la cabra de la Legió, excels símbol de l’Espanya immortal. O amb els legionaris del Tribunal Constitucional, subtils i independents juristes que entenen la Constitució com una arma de lapidació massiva... O els legionaris de Crist i la Cope, que en matèria de legions anem sobrats...
Hi ha un camí alternatiu, que no impedeix discutir calculadora en mà les infraestructures ni els pressupostos de la comunitat de veïns. Realista i viable sense deixar de ser utòpic. Coherent amb la vella i ingrata dèria del catalanisme entestat a canviar Espanya, a comprometre’s amb Espanya perquè sigui possible una altra Catalunya. La resta és perdre el temps.
______
¡Gora the King!
...y que viva muchos años. Y que el futuro rey Felipe VI -casado con una reina que no llegó virgen al matrimonio- también viva muchos años. Y que le suceda la reina Leonor I. Y que entre la monarquía cálida y campechana de Juan Carlos I, la más fría/techno de Felipe VI (con la consorte Leti como motor, en la sombra) y la monarquía femenina de Leonor I, vaya tomando forma una especie de Commonwealth ibérica, con Gibraltar, ya puestos a jugar a “embolica-que-fa-fort” o a soñar un cuento de reyes, príncipes y príncipes...
Para eso haría falta que los nacionalismos ibéricos (el catalán a la vanguardia, el vasco como siempre en su bola, tirando a autista pero también con momentos de lucidez pragmática, el gallego más táctico y tímido, el gibraltareño a la anglo-andaluza...) hagan suya (nuestra ...) la corona y ya puestos también la bandera. Cambiando su significado, obviamente. Pero nuestras, de todos y todas. Sin trampa ni cartón. Porque si alguien en sus cabales piensa que es posible cambiar pacíficamente la Constitución y reconocer el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, ya caerá del burro algún día. Mientras algunos se entretenienen jugando a quemar fotos del rey y gritando "vivas" a la república, erramos el tiro y la estrategia. Este camino puede ser muy excitante, pero no lleva a ninguna parte.
Sólo bajo una monarquía española se puede cambiar la España genital. En la actitud corrosiva y distante de una parte de la derecha más salvaje está la pista: ni este rey ni esta monarquía les acaban de convencer. No se fían del "juancarlismo". Intuyen alguna cosa: que no es imposible que Cataluña pueda ser una especie de república federal bajo el paraguas de una corona española, por ejemplo. No estoy hablando de creernos que es posible tomar el pelo a la caverna hispánica o al jacobinismo (centralista sí, en diversos grados, pero no cavernario), al estilo de aquella mítica instrucción secreta que indicaba: "... a cuyo fin dará las providencias más templadas y disimuladas para que se consiga el efecto sin que se note el cuidado...". No. Nada de eso.
Sólo sería posible si se trata de una estrategia auténtica, creíble. De verdad: pragmatismo monárquico, hispanismo pragmático. No hace falta en absoluto una profesión de fe, sino un pacto que pueda convertirse en vacuna contra un españolismo genital que está ocupando (aunque nos burlemos de él) el centro de la vida política española, reteniendo la iniciativa y obligando a actuar a mucha gente en función de este dominio. Podemos reirnos mucho, podemos cabrarnos, podemos ignorarles, pero están avanzando posiciones y haciendo retroceder las actitudes más abiertas ... Lo veremos desde ahora hasta el mes de marzo: raciones dobles y triples de bandera, himno y suspirosdeespaña ... Si no vamos con cuidado, nos acabaremos topando de bruces con la cabra de la Legión, excelso símbolo de la España inmortal. O con los legionarios del Tribunal Constitucional, sutiles e independientes juristas que entienden la Constitución como un arma de lapidación masiva ... O los legionarios de Cristo y la Cope, ya que en materia de legiones y legionarios aquí vamos sobrados ...
Hay un camino alternativo, que no impide discutir calculadora en ristre las infraestructuras ni los presupuestos de la comunidad de vecinos. Realista y viable sin dejar de ser utópico. Coherente con la vieja e ingrata manía del catalanismo empeñado en cambiar España, a comprometerse con España para que sea posible otra Cataluña. El resto es perder el tiempo.
Para eso haría falta que los nacionalismos ibéricos (el catalán a la vanguardia, el vasco como siempre en su bola, tirando a autista pero también con momentos de lucidez pragmática, el gallego más táctico y tímido, el gibraltareño a la anglo-andaluza...) hagan suya (nuestra ...) la corona y ya puestos también la bandera. Cambiando su significado, obviamente. Pero nuestras, de todos y todas. Sin trampa ni cartón. Porque si alguien en sus cabales piensa que es posible cambiar pacíficamente la Constitución y reconocer el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, ya caerá del burro algún día. Mientras algunos se entretenienen jugando a quemar fotos del rey y gritando "vivas" a la república, erramos el tiro y la estrategia. Este camino puede ser muy excitante, pero no lleva a ninguna parte.
Sólo bajo una monarquía española se puede cambiar la España genital. En la actitud corrosiva y distante de una parte de la derecha más salvaje está la pista: ni este rey ni esta monarquía les acaban de convencer. No se fían del "juancarlismo". Intuyen alguna cosa: que no es imposible que Cataluña pueda ser una especie de república federal bajo el paraguas de una corona española, por ejemplo. No estoy hablando de creernos que es posible tomar el pelo a la caverna hispánica o al jacobinismo (centralista sí, en diversos grados, pero no cavernario), al estilo de aquella mítica instrucción secreta que indicaba: "... a cuyo fin dará las providencias más templadas y disimuladas para que se consiga el efecto sin que se note el cuidado...". No. Nada de eso.
Sólo sería posible si se trata de una estrategia auténtica, creíble. De verdad: pragmatismo monárquico, hispanismo pragmático. No hace falta en absoluto una profesión de fe, sino un pacto que pueda convertirse en vacuna contra un españolismo genital que está ocupando (aunque nos burlemos de él) el centro de la vida política española, reteniendo la iniciativa y obligando a actuar a mucha gente en función de este dominio. Podemos reirnos mucho, podemos cabrarnos, podemos ignorarles, pero están avanzando posiciones y haciendo retroceder las actitudes más abiertas ... Lo veremos desde ahora hasta el mes de marzo: raciones dobles y triples de bandera, himno y suspirosdeespaña ... Si no vamos con cuidado, nos acabaremos topando de bruces con la cabra de la Legión, excelso símbolo de la España inmortal. O con los legionarios del Tribunal Constitucional, sutiles e independientes juristas que entienden la Constitución como un arma de lapidación masiva ... O los legionarios de Cristo y la Cope, ya que en materia de legiones y legionarios aquí vamos sobrados ...
Hay un camino alternativo, que no impide discutir calculadora en ristre las infraestructuras ni los presupuestos de la comunidad de vecinos. Realista y viable sin dejar de ser utópico. Coherente con la vieja e ingrata manía del catalanismo empeñado en cambiar España, a comprometerse con España para que sea posible otra Cataluña. El resto es perder el tiempo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada