(10.12.2006) En 1978, Quilo (Aquiles) Martínez, mi viejo amigo chileno y maestro, subdirector que fue de un periódico de Valparaíso (¿El Sol?, no me acuerdo…), publicó un libro de poemas: "Los generales latinoamericanos han muerto". El título llevaba signos de exclamación/admiración. Yo era un adolescente de 16 años con la cara cubierta de pústulas de acné, poeta en ciernes, soñador, amante sin amor ni amiga. Descubrí a Neruda antes que a Quilo, y con Neruda llegué a él. Fue mi primer maestro de periodismo. Por Neruda amé a Chile, con Quilo lo conocí más de cerca…
Años después sigo amando esa patria que nunca conocí. La patria de la poesía, de la cándida adolescencia. Algunos sábados por la tarde iba en tren a Sabadell, donde se cocían (para mí) extrañas reuniones de "Cristianos para el socialismo", proyectos de revistas que nunca pasaron del número cero o uno, recitales de poesía, actos de protesta…
Mañana lunes once de diciembre Quilo leerá en los diarios, por fin, el titular soñado. Pinochet ha muerto. Esta noche brindaré con cava catalán, por el pequeño y viejo país mediterráneo que acogió a mi viejo amigo y maestro. Hace tantos años que nos perdimos el rastro...
Brindaré por él, por Quilo, por sus lecciones de vida, de periodismo, de literatura. Por aquel primer 11-S. Por Chile (¡Viva Chile, mierda!). Por los 20 poemas y por el Canto General y por el nixonicidio. Por el jardín de invierno. Y por aquel poeta de 17 años que, pese a todo, ahora me doy cuenta, nunca renunció a su sueño: pero sólo cuando alcanzó la fría frontera de la muerte, hace ahora más de un año, supo que no lo había perdido. Lloraré de alegría y de pena por aquel joven poeta, por Quilo, por los chilenos perdidos en el París de los ochenta. Por Isla Negra. Por Neruda.
En el Hades a Pinochet le esperan ya sus muertos...
(Desde el principio
las tinieblas cubrieron
la historia de la Patria…
…hubo odio y tortura.)
… Asesinó estudiantes
y vio que era bueno.
Ultrajó a las obreras
y vio que era bueno.
Arrancó de raíz árboles inmaduros (…)
Encarceló campesinos
y vio que era bueno.
Aplicó electricidad en el cuerpo de los hombres
y vio que era bueno,
muy bueno.
Al tercer día dijo:
"Prohíbese la circulación de prensa opositora"
y clausuró diarios
destruyó editoriales
dinamitó plantas tranmisoras
se adueñó de los canales de televisión
y dejó al margen de la ley
las máquinas de escribir
y las cámaras fotográficas.
Y vio que era bueno.
Dijo entonces:
"hagamos a los hombres
a nuestra imagen y semejanza":
y quemó los programas escolares
fusiló profesores
clausuró universidades
incendió bibliotecas
cortó cuerdas de guitarra
y acalló con la muerte la voz de los poetas.
prohibió la verdad.
controló la enseñanza.
Y vio que todo esto era bueno,
muy bueno.
(...)
(De "¡Los generales latinoamericanos han muerto!", por Quilo Martínez, sin pie de imprenta, con el apoyo de Agermanament y Lliga pels Drets dels Pobles, editado en España, 1978)
10 de des. 2006
¡Viva Chile, mierda!
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5 comentaris:
Gracias por esta valiosa reseña. Te he leído en el blog de Manuel y he "venido a verte". Creo que no será la última vez.
Un saludo desde Valencia.
¡Hola, Llanos, bienvenida! Gracias por tu comentario y por tu visita... He aprovechado para visitar tu blog: lo haré con más calma por la noche, creo que también repetiré a menudo... Un saludo desde Terrassa/Barcelona.
:-)
Hola Joan: Muchas gracias por tu comentario. Después de tantos años el sueño del poema por fin se ha cumplido... ya lo decíamos y esperabamos... A cuatro columnas y en la página primera : "Los generales latinoamericanos han muerto"
Un abrazo de sincera amistad
Quilo Martínez
Coincideixo amb tú en el reconeixement que fas d'en Quilo Martínez. Sé del cert que ha fet despertar més d'una vocació literària, que és i ha estat un professor estimat pels seus alumnes. Un exemple digne per la professió docent.
Pedagog: la mort de Pinochet em va desvetllar el record del mestre i la persona de Quilo Martínez. A vegades en aquests anys n'he tingut remotes i indirectes notícies. Estic segur que és un d'aquests mestres que fan honor a la seva vocació i que deixen una empremta càlida i profunda. Cosa poc habitual no oomés a la pedagogia, sinó a qualsevol professió.
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